Curridabat, al este de San José —la capital de Costa Rica—, es el laboratorio de un experimento del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible, Clacds, del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae).

La iniciativa logró modificar conductas y animó a un grupo de vecinos a hacer lo que en años no había logrado el ayuntamiento: que más gente separe la basura para reciclar. La idea ahora es que sirva para modificar los hábitos en un país, donde, según el Incae, en promedio sólo el 3% de la población recicla.

El experimento, que se realizó durante 6 meses, consistió en dejar varias bolsas con un comunicado que, sin muchos detalles, invitaba a separar la mayor cantidad de basura que pudieran.

La investigadora a cargo de la iniciativa explicó que utilizaron principios psicológicos de la economía del comportamiento, para incentivar la práctica. “Se les decía ‘Gracias por el reciclaje, pero usted no recicló lo suficiente, no recicló el promedio del barrio’. Al principio obtenían una reacción un poco vergonzosa, pero después la reacción era a cumplir y aumentar el reciclaje.

La otra intervención que se hacía era planificación. Cada participante planeaba la forma de separar los desechos en una hoja que recibió, después de que se le explicara cómo hacerlo y cuándo se haría la recolección. Según la municipalidad de Curridabat, unos 20.600 hogares conforman este municipio, de los cuales sólo el 7% —es decir unos 1.425— recicla, pero con el experimento se registraron cambios positivos.

Incae dice que el porcentaje de hogares que reciclan en esta zona llegó al 18%, seis veces más que el promedio en Costa Rica. En Curridabat, el camión que recoge la basura separada pasa una vez a la semana. David Castro, de la Recicladora San Miguel, está a cargo de coordinar la tarea y asegura que cada vez son más los hogares que lo hacen.

Fuente: CNN