Una consecuencia del calentamiento global, al menos en lugares que tradicionalmente eran fríos, es que los árboles crecen más rápido. Pero según un nuevo estudio, el desarrollo acelerado también hace que mueran antes, liberando prematuramente el carbono que atraparon de la atmósfera a lo largo de su vida.
El análisis cubre un periodo desde hace 2.000 años hasta la actualidad y demuestra que los árboles más longevos son aquellos que crecieron más despacio. Las condiciones frías y rigurosas frenan el desarrollo, pero a cambio permiten a los árboles llegar a la madurez más tarde. Por el contrario, los árboles que crecieron rápido durante sus primeros 25 años de edad murieron antes que sus parientes rezagados.
La investigación está limitada a dos especies de coníferas de montaña, el pino negro (Pinus uncinata) y el alerce siberiano (Larix sibirica), que se estudiaron en el pirineo español y en el macizo de Altái de Rusia. Estos lugares son idóneos para el análisis porque han sufrido poca alteración humana, tienen muestras de madera antiguas preservadas en lagos y la distribución de su vegetación es dispersa.
Fuente, El País