Se trata de un modelo de compensación económica que la empresa Promigas, una de las más antiguas en el sector del gas natural en América Latina, está pagando por la construcción de un gasoducto que atraviesa parte del bosque, talando árboles y destruyendo el hábitat en el proceso.

 

Es una iniciativa promovida por las Naciones Unidas, que anima a las empresas a compensar los daños ambientales mediante el fomento de la biodiversidad en otras partes del país.

 

Fuente, DW