El Colorado no es el más grande ni el más caudaloso de los ríos de EEUU, pero da agua a cerca de uno de cada 10 estadounidenses (la mayoría hispanos). Siete estados y dos países viven en pugna constante por administrar su cuota de agua. Y aunque está claro que todos quisieran más, la alarmante realidad es que cada vez hay menos… mucho menos y el cambio climático promete empeorar la situación. En el Día del Agua, una historia que aspira alertar a millones tomar mejores decisiones.

San José, California. El agua que consumen 36 millones de estadounidenses y que sirve para producir cerca del 90% de las verduras del país durante el invierno está en grave peligro y no es ni exagerado decir que la mayoría de quienes se verían más afectados ni siquiera lo tiene así de claro (y mucho menos ahorra agua en este momento).

Hablo de la parte baja del río Colorado, una cuenca que se extiende de Nevada hasta casi el Golfo de California, en México y se alimenta de la lluvia y de la nieve de las montañas y que recorrí en febrero pasado como becaria del Instituto de Periodismo y Recursos Naturales (IJNR, por sus siglas en inglés).

De esta parte del río dependen hoy una de cada 10 personas en el suroeste del país (Baja California, Arizona, California, Nevada, Utah y Colorado) y entre ellos a un tercio de los hispanos que viven en EEUU y se desempeñan en labores de producción agrícola o turismo y servicios a lo largo de la ribera.

La situación actual preocupa a las autoridades: el uso del agua del río, la población que la usa y las temperaturas globales van en aumento creciente y acelerado y como consecuencia de ello no solo se disminuye el caudal del río (por uso y evaporación) sino también hay menos lluvias y nieve para alimentarlo. En resumen: huele a peligro y no hay demasiadas (o suficientes) alternativas en proceso.

“El sistema del río Colorado enfrenta la peor sequía registrada. El nivel del agua del lago Mead, que sirve como el principal reservorio de agua del sur de Nevada (y que proviene del río), ha caído más de 130 pies desde enero de 2000”, explica a Univision Bronson Mack, portavoz de la Autoridad del Agua del Sur de Nevada.

Esto por sí solo ya es un reto muy grande, pero lo es aún más si se entiende que hay menos agua en la realidad de lo que existe en el acuerdo que reparte su agua. Por eso, desde hace rato los inventarios anuales del agua del río no están cerrando bien. Cada año la parte baja del Colorado utiliza un promedio de 1.2 millones de acres-pies de agua más de lo que recibe naturalmente desde los flujos de la cuenca superior del río Colorado. Dicho en otras palabras, en el sur se saca bastante más agua del río de la que recibe del norte.

Esa cantidad (1.2 millones de acres-pies de agua) es la que se requiere para abastecer a dos millones y medio de hogares en el suroeste de EEUU. No es posible no darles agua a ellos.

«El agua es una necesidad de primer orden para todas las actividades. Sin agua se afecta todo el ecosistema y también nuestras tradiciones y estilos de vida», explicó

Pero, ¿de dónde sale esa agua si no es del río? Esta agua proviene de una suerte de ‘cuenta de ahorros’, es decir, de agua del río que fue recogida y acumulada en enormes represas durante las décadas pasadas cuando la demanda de agua era mucho menor. Esta agua es la que ha permitido que nadie se quede sin agua hasta ahora. Pero como pasa con todos los ahorros que se usan sin depositarles más: la cuenta se está vaciando.

Los reservorios conocidos como el Lago Powell y el Lago Mead se enfrentan actualmente a mínimos históricos ( están al 56 y 41% de su capacidad, respectivamente, según el último reporte de hidrología en la cuenca del río Colorado). Y es que solo por causa de la evaporación estos reservorios de agua ya pierden 1.8 millones de acres-pies de agua al año, una cantidad que equivale a cerca del 13% del flujo anual del río.

Los planes y tecnología para reponer el agua no han avanzado tan rápidamente para lograr recuperarlos (y la nieve y la lluvia tampoco han contribuido lo que se deseaba). Y entonces, ¿hasta cuándo puede aguantar el sistema del río Colorado gastarse toda la cuenta de ahorros de agua? Y si eso sucede: ¿quiénes serán los primeros en tener sed?

Las apuestas del agua y los ‘juegos de poder’
Todos los actores o estados involucrados en administrar la cuenca baja del río Colorado coinciden que cada gota de agua cuenta ahora más que nunca, pero la pugna sigue siendo que cada quien sigue defendiendo su derecho a implementar su propia manera de contar cuánta agua necesita (a su conveniencia).

No queda del todo claro que este sea el mejor sistema, pero por los acuerdos históricos vigentes, no parece haber demasiadas alternativas: urge un proceso de negociación voluntaria para implementar planes de contingencia en caso de sequía.

Suena fácil pero no lo es en absoluto. Aunque el dramático descenso de agua resulta alarmante a simple vista en cualquier punto del río, la mayor sorpresa viene de cómo las distintas autoridades de los 7 estados y dos países que manejan hoy el caudal hasta se contradicen entre sí frente a los números y la situación.

Por ejemplo, mientras en Nevada las autoridades expresan oficialmente que tienen una preocupación enorme por el agua y celebran, orgullosos, cómo se han inventado sistemas súper ingeniosos para reciclar y reusar al 100% la que se emplea dentro de los hogares, también confirman la existencia de 60 canchas de golf y múltiples piscinas y jardines que usan agua del río en pleno desierto Mojave.

En este momento, aproximadamente el 40 por ciento del agua del sur de Nevada se destina al uso en interiores, pero el agua puede reciclarse y volver a colocarse en el sistema. Es el 60 por ciento que se usa para exteriores, como césped, paisajismo y piscinas, que no se puede volver a introducir en el sistema de agua.

En California, por su parte, con el argumento de que allí se cultiva «el alimento de América», en el Valle Imperial, Coachella y Palo Verde se reparten enormes porciones de agua para hacer germinar en el desierto cítricos y vegetales. Durante un recorrido en la zona salta a la vista el cultivo de especias y productos como alfalfa que consumen muchísima agua y que, además, ellos reconocen que exportan a Italia o China. La crítica de los estados vecinos es si no sería mejor dejar el agua en el sistema local del río que usarla para productos de exportación.

Además, para sorpresa de casi todos, en Arizona -que es de los últimos en la lista de prioridades de distribución del agua-, las autoridades se atreven a decir públicamente que “la situación está bajo control” y hasta están promoviendo nuevos desarrollos inmobiliarios y empresas de desarrollo tecnológico que requieren de mucha agua en su producción.

Cada uno de los actores dentro del sistema del río tiene sus propias prioridades y preocupaciones, pero están cada vez más de acuerdo en que el peligro de escasez es ineludible a mediano plazo. Por eso, el gobierno federal y los estados de Arizona, California y Nevada han estado negociando el llamado Plan de Contingencia de Sequía (DCP, por sus siglas en inglés) para ayudar a estabilizar los suministros de agua en la cuenca baja del río Colorado.

Dentro de esta iniciativa los estados están considerando reducciones voluntarias adicionales de las entregas de agua del río Colorado para estabilizar el sistema y evitar la escasez. Estos ahorros deberían venir de todos los sectores: la agricultura, la industria y los municipios.

Univision consultó personalmente a algunos de ellos sobre los mejores y peores escenarios que imaginaban para el río y cuáles consideran ellos que son las mejores apuestas para eludir la carencia del líquido. Las respuestas fueron muy diversas según su ubicación y derechos de uso de agua sobre el río.

Mack asegura que el escenario actual y las previsiones a mediano plazo no son buenas noticias para el sur de Nevada, que depende del río Colorado para el 90% de su suministro de agua. “Los desafíos creados por la disminución de los niveles del lago no solo incluyen menor acceso a agua sino también retos en el deterioro de la calidad del líquido por la erosión en el lago”.

Recordemos que Nevada no tiene derechos históricos en el río por lo que le toca la porción más pequeña, 300,000 acres-pies al año. Eso ha hecho que en sitios como Las Vegas se recupere el 100% del agua usada dentro de las casas.

En el mismo estado, Patrick Donnelly del Center for Biological Diversity de Nevada señala la creación de un acueducto en la zona como su mayor temor. “Creo que el consumo excesivo del río Colorado en Las Vegas ha llevado a una percepción falsa de escasez inminente. Como resultado, los administradores del agua han comenzado a trazar planes para explotar los recursos de aguas subterráneas en cuencas remotas lejanas a Las Vegas, que tienen el potencial de afectar catastróficamente el medio ambiente local”, dice. Por eso, él asegura que la única alternativa posible es que Las Vegas aborde su consumo excesivo y limite significativamente el uso de agua en exteriores para el paisajismo. Además, señaló la urgencia de reformar su política de asignación de agua para asignar más de ella para la vida silvestre y el medio ambiente.

Los habitantes de Nevada pagan una cifra casi simbólica por cada litro del líquido. El ahorro no es exactamente prioridad porque todo el agua ‘se recicla’ y devuelve al río, explica Pat Mulroy abogada que dedicó 30 años de su vida a la legislación que protege el río.

En California también hay contradicciones en juego. Pero la mayoría coincide en que su lucha es por mantener tal cual los derechos que tienen de uso del agua del río. ¿Cómo no? Este es el estado que va de primero en la fila de la distribución (situación que le ha generado enemistad con Arizona). Como están las cosas hoy, si empieza a restringirse el agua del Colorado, en California están los últimos en verse perjudicados.

Robert Cheng, Director General Adjunto del Coachella Valley Water District asegura que el peor escenario para ellos sería que conforme el suministro disponible del río decaiga las asignaciones de agua y de las entregas se cambien de alguna manera. Cheng celebra los acuerdos con los que se maneja el río en la zona en este momento. “El hecho de que ningún estado dependiente del Río Colorado haya experimentado reducciones obligatorias, a pesar de que la cuenca del río Colorado ha estado en condiciones de sequía durante varias décadas, muestra que el proceso en marcha funciona”.

“En 5 o 10 años, yo diría que el peor de los casos sería que las compañías de agua nuevas ganaran demandas que les permitirían secar nuestro valle en los años venideros. Esto causaría grandes dificultades económicas, así como el efecto horrible que tendría en aves, animales, etc”, asegura a Univisión John D. Osborne, agente de bienes raíces en Palo Verde, California, donde se evalúa la posibilidad de usar el agua que hay disponible para cultivar marihuana.

«Es una opción, pero ya no me creo tan fácil de que eso nos va a sacar de pobres. Son más promesas. Además, cómo podría usarse el agua del río para irrigar un cultivo que no es prioridad federal?», recalcó Joey Deconinck, un agricultor de la zona.

Stephanie Bracken del Departamento de Servicios de Agua de la Ciudad de Phoenix, Arizona, es un ejemplo de la visión crítica del manejo del río. En sus propias palabras, Bracken reconoce que le encantaría poder generar desde cero las normas del ‘juego’ para repartir el agua del río. “Pero la historia importa. Dónde estamos hoy es una función de las decisiones tomadas hace mucho tiempo, y economías enteras dependen de la construcción actual de los derechos de agua. Los interesados a menudo dicen que debemos doblegarnos pero no quebrantar la Ley del Río. Yo estoy de acuerdo con esta evaluación”.

Asegura que ellos consideran que es extremadamente improbable que no llegue a haber agua del río Colorado disponible en el Canal del Proyecto de Arizona Central, pero que aún así están trabajando para prepararse para los peores escenarios. “Esperar que haya más nieve en las montañas de nuevo no es una estrategia válida de gestión del agua. El río Colorado está sobreasignado. Esto significa que los siete estados en la cuenca del río Colorado y la República de México deben trabajar juntos para encontrar maneras de usar colectivamente menos agua”, enfatiza.

Finalmente, en Sonora México, el empleado agrícola Rosendo Martínez resume el sentir de muchos mexicanos y estadounidenses trabajando en esta cuenca. “Yo siento como que allá arriba en EEUU la gente vive pensando que el agua es infinita y nunca se les va a acabar. Me gustaría que los invitara a venir aquí a México para que se den cuenta que no es poesía que los ríos se secan y que sin ellos la vida se marchita”.

Varios acres de desierto en donde alguna vez fue río en Sonora son la evidencia más contundente de lo que puede ocurrir si se sigue ‘desangrando’ al río.

«Si perdemos el río, estamos en riesgo de perder todo el sistema económico de la región fronteriza. Todos esos sistemas de gestión del agua que parecían en el pasado tan fosilizados e incapaces de adaptarse a los cambiantes valores sociales ahora tienen que cambiar debido al cambio climático y la enorme disminución de la oferta”, asegura Jennifer Pitt, directora del Programa del Río Colorado en National Audubon Society.

Fuente: Univision